Al hablar de los destinatarios de la información contable, nos referimos a todas aquellas personas que utilizan la información contable y que tienen interés en su veracidad.
Los principales destinatarios de la información contable son los siguientes:
Los gestores de la actividad de la empresa. Son las personas que tienen a su cargo la obligación de dirigir las actividades de la empresa. Para ellas, la información contable es un apoyo en la realización de su actividad.
Los socios y accionistas. Son los titulares del patrimonio de la empresa. Para ellos, es importante conocer, tanto la situación del patrimonio del que son los titulares, como los resultados obtenidos por la empresa en sus actividades, ya que de ellos les corresponde una parte en concepto de dividendos u otras participaciones.
En particular, los acreedores, o quienes puedan llegar a serlo, tendrán interés en conocer la situación del patrimonio de la empresa, ya que éste es la garantía última con que cuentan para obtener el reembolso de las cantidades que se les adeude.
Las Administraciones Públicas, y en especial la Hacienda Pública. La administración, y en particular la Hacienda tendrán interés en el cumplimiento de sus obligaciones contables por parte del empresario, ya que en muchos casos, esta contabilidad es un elemento clave para la determinación de obligaciones a cargo de los interesados, como el pago de tributos.
También otras muchas personas con quienes actúe la empresa como son los trabajadores, posibles inversionistas, etc.
La empresa recibe unos recursos financieros de personas o entidades que, en la mayoría de las ocasiones no tiene contacto directo con la misma, ya revistan la denominación de acreedores o la de titulares de participaciones del capital social. Pero, aparte de éstos, puede haber otros grupos e instituciones sociales interesados en la marcha o evolución de la empresa en cuestión, por las implicaciones de diversa naturaleza que la misma tiene con su entorno social. Todos estarán interesados en mayor o menor medida, en la marcha de la empresa, según las repercusiones que para cada uno de ellos tenga dicha sociedad, por lo que tendrán obviamente unas determinadas necesidades de información.
En este sentido, pudiera plantearse qué derecho asiste a los agentes económicos no vinculados a la gestión de la mencionada empresa para adentrarse en las interioridades de la misma. Con independencia de razones de seguridad pensamos, que en un gran número de circunstancias, esa información se da o deberá darse debido a que la empresa no es un agente aislado del mundo: ella, al igual que cualquier persona individual o social, está interrelacionada con su entorno y sin él no tendría razón de existir, de ahí la cada vez mayor exigencia de la misma para aquellos grupos sociales que la justifican.
Las necesidades de los usuarios determinan cuáles son los objetivos de la información, de ahí que éste deba responder a unos principios contables, previamente diseñados, al objeto de que la misma pueda satisfacer suficientemente a sus receptores de información.
Por su parte, AECA (1992a) enumera también un conjunto de características cualitativas que debe reunir la información contable, y que denomina requisitos, los cuales transcribimos seguidamente:
1. 1. Identificabilidad. Los estados contables periódicos se refieren a sujetos económicos perfectamente definidos en cuanto a su área de actividad económica y a momentos o intervalos temporales perfectamente identificados. Deben mostrar expresamente los datos de identificación contenida en ellos.
2. 2. Oportunidad. La información contable debe ofrecerse a los decisores económicos en tiempo oportuno, ya que unos datos presentados a destiempo se convierten en inútiles para la aplicación a la que están ordenados. La fijación de los plazos de presentación de los estados contables es materia de juicio que corresponde, en todo caso, señalar a los órganos pertinentes de la unidad económica. No obstante, el ordenamiento jurídico suele establecer unos plazos para la presentación de los estados contables periódicos.
3. 3. Claridad. La información contable debe ser mostrada en términos claros y asequibles , con el fin de asegurar, dentro de lo posible, la adecuada utilización de la misma por parte de sus diferentes destinatarios, los cuales no tienen por qué ser especialistas en materia contable. La normalización contable favorece substancialmente la claridad de la información, al generar unos estados uniformes en cuanto a estructura, terminología y criterios de elaboración.
4. Relevancia. La información ha de poseer una utilidad notoria, potencial o real, para los fines perseguidos por los diferentes destinatarios de los estados contables; igualmente, ha de ser completa, para que se pueda alcanzar un conocimiento suficiente de los hechos que se tratan de relevar, por lo que se deben declarar todos los datos pertinentes e informaciones adicionales necesarias para el proceso de adopción de decisiones.
4. 5. Razonabilidad. La información contable no puede alcanzar en todos los casos una exactitud completa sobre los sucesos de la actividad económica que trata de dar a conocer, por lo que debe perseguir una aproximación razonable de los mismos. La mayoría de los sucesos económicos se prestan a diversas conjeturas, no son medibles con entera precisión, dependen de sucesos aleatorios, etc. Por lo tanto, basta con que los estados contables alcancen una exposición razonable de los hechos que tratan de representar. La razonabilidad de dichos estados se consigue a través de la aplicación correcta de los principios contables que inspiran su elaboración.
5. 6. Economicidad. La información contable es útil para el proceso de adopción de decisiones, pero, al mismo tiempo, su obtención ocasiona costes. La información que ha de proporcionarse a los decisores económicos debe tener en cuenta el criterio de coste-beneficio a la hora de juzgar sobre el nivel de agregación o desarrollo de ciertos datos que pueden favorecer un conocimiento más detallado de los hechos por parte de los respectivos decisores.
6. 7. Imparcialidad. La información contenida en los estados contables periódicos ha de elaborarse con la intención de que sea absolutamente neutral e imparcial, es decir, que no tergiverse o distorsione los datos en favor de ciertos destinatarios y en perjuicio de otros.
7. 8. Objetividad. La información contable ha de elaborarse utilizando un mecanismo de procesamiento que impida al máximo la introducción de criterios subjetivos por parte de los responsables del proceso. Esto depende del grado de concreción y consistencia del sistema de procesamiento contable para producir automáticamente mediciones de datos al margen de posibles influencias subjetivas de los procesadores del mismo. La información contable posee un grado de objetividad suficiente cuando varios procesadores de los mismos hechos contables, dentro de un mismo sistema de información, y aplicando las mismas reglas, pueden llegar a unos datos análogos entre ellos.
8. 9. Verificabilidad. La información contenida en los estados contables debe ser susceptible de control y revisión, interna y externa. La verificabilidad interna depende esencialmente de las normas de control interno que efectivamente regulen las diferentes operaciones que desarrolla la empresa y el propio sistema de procesamiento de la información contable. La verificabilidad externa representa la propiedad de la información de ser sometida a comprobación a través de pruebas pertinentes fuera del sistema de procesamiento, y representa una garantía necesaria para sus usuarios respecto al cumplimiento de los requisitos que deben ser exigidos a la información y a la correcta aplicación de los principios contables que sirven de base para su elaboración; esta garantía es máxima cuando la revisión es realizada por profesionales especializados e independientes de la empresa.
A este respecto son interesantes las características que la información contable debe revestir a juicio del profesor Cañibano (1996): debe ser oportuna, esto es, publicada a tiempo, al objeto de que pueda ser útil a sus futuros receptores; debe ser clara y asequible, ya que los destinatarios de dicha información no tienen por qué ser especialistas en materia contable; relevante y completa, dado que debe poner de manifiesto cuestiones de interés para el futuro destinatario, así como no ocultar parcela de la misma. En resumen, “las normas dirigidas a regular cómo se deben presentar los estados contables-financieros deben tener muy en cuenta los anteriores requisitos, sin olvidar en ningún momento que el contenido de dicho estados debeser eminentemente sintético” (CAÑIBANO, 1996).
Por su parte, la IV Directriz de la Comunidad Económica Europea (1978), señala en su artículo 2º algunas de las características que la información debe poseer: “Las cuentas anuales deberán establecerse con claridad y de conformidad con la presente directriz; las cuentas anuales deberán dar una imagen fiel del patrimonio, de la situación financiera y de los resultados de la sociedad; cuando la aplicación de la presente directriz no sea suficiente para dar la imagen fiel señalada anteriormente se suministrarán informaciones complementarias”.
Como resumen de lo anterior, nuestro Plan General de Contabilidad (1990) en el apartado 10 de su Introducción establece que “la información contenida en las cuentas anuales debe ser:
-Comprensible: la información ha de ser, dentro de la complejidad del mundo económico, fácil de entender por los usuarios. -Relevante: debe contener la información verdaderamente significativa para los usuarios sin llegar al exceso de información, que iría en contra de la característica anterior.
-Fiable: ausencia de errores significativos en la información suministrada, a fin de cumplir el objetivo que se pretende.
-Comparable: la información debe ser consistente y uniforme en el tiempo y entre las distintas empresas.
-Oportuna: la información debe producirse en el momento que sea útil para los usuarios, y no con un desfase temporal significativo.
Asimismo, en el apartado 13 de la referida Introducción señala que “la cuarta parte del Plan General de Contabilidad se refiere a las cuentas anuales, materia del máximo interés por ser la culminación del desarrollo contable del ejercicio y porque constituyen el instrumento transmisor de la información contable a los distintos agentes económicos y sociales”: Las cuentas anuales están integradas por:
-El Balance, que presenta la síntesis de las cuentas patrimoniales activas y pasivas al final del ejercicio económico.
-La cuenta de Pérdidas y Ganancias, que determina el resultado de la empresa y las causas que lo han originado.
-La Memoria , que comenta el contenido de las anteriores facilitando su correcta interpretación. Dentro de la misma se incluye el cuadro de financiación donde se muestran separadamente los orígenes y las aplicaciones de fondos, así como la variación del circulante.
No obstante lo anterior, pensamos que, aunque es un avance con respecto a la concepción sobre la información contable existente en Europa, pero principalmente en España, muchas de las empresas, como consecuencia de la cada vez mayor presión social, se ven éticamente obligadas1 a completar, con otros estados contables, la información contenida en los anteriores. De ahí que podamos suscribir la opinión de los profesores López Díaz y Menéndez Menéndez cuando afirman que “los informes contables emitidos por las empresas son muy diversos, pudiendo apreciarse que con el paso del tiempo se hace habitual el uso de nuevos documentos con los que se intenta satisfacer las necesidades de información que van surgiendo como consecuencia de la evolución que experimenta el entorno económico en el que la empresa realiza su actividad; asimismo, la incorporación de nuevos documentos tiene la finalidad de adaptarse mejor a las necesidades particulares de los diferentes grupos de usuarios externos. Los estados contables básicos emitidos por la empresa son los siguientes: el balance, la cuenta de resultados, el estado de origen y aplicación de fondos (conocido también como estado de cambios en la situación financiera), el estado de cash flow, el estado de variación del neto y el anexo, o memoria. Además de los anteriores informes existen otros muchos, si bien no son utilizados con tanta generalidad. Entre éstos podemos mencionar el estado de valor añadido, el estado de variación de la inversión, el estado de transacciones con organismos oficiales, etc.” (LÓPEZ Y MENÉNDEZ, 1991).
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